domingo

Aprovechar el tiempo en lo bueno es invertir nuestra vida en lo que se debe.



Entre encuentros y desencuentros pasan los meses. Bárbara, sin apenas notar que ya está en marzo se pone la bufanda de lana y la parka.  Empieza a caminar por la calle, rápido, nerviosa. Últimamente sólo la brisa es la culpable de que su retina se vuelva vidriosa. Su acritud desencanta a las personas, porque decidió desde que cayó el primer copo ponerse la capucha y volver a esa época de oso polar. Hibernando y rugiendo, su propio nombre indica que no deja que nadie se sobrepase, a riesgo de recibir, bien un buen zarpazo, bien un bramido. Sigue caminando, entre nubes de pensamiento que se confunden y que se suceden de forma ilógica. Se encuentra con su amiga Dae, que llega dando saltos entre nubes de entusiasmo, y que logra hacer que se convierta aunque de manera momentánea en persona. Llegan a la taberna y se sientan donde siempre. Después de muchos gritos llega uno que la reanima cual desfibrilador. No viene de la boca de Dae. Ni siquiera viene de la boca de alguien. Viene en forma de mirada. La suya, vacía desde ya ni se sabe cuándo, vuelve a cobrar vida. 
Lara


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give me Gin



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