Lo bueno de las realidades es que no se pueden volver ilusiones.

Sin previo aviso, sin un permiso

Es sentir tanto vértigo como si estuviera andando sobre un tendido eléctrico. Es esperar a que venga una ventolada que la tire al suelo o una descarga que la electrocute. Es no bajarse, porque siempre la ha gustado más ir haciendo equilibrios. Es considerarla especialista en dar traspiés, más que en caer, por se la ve agarrarse al cable cada dos por tres, para intentar incorporarse de nuevo y seguir andando. Y a quien viene detrás, lo mira de reojo y reticente, por amagar caminar sobre sus pasos, deshaciendo sus huellas. Procura no mirar hacia abajo, desde donde de repente oye voces que la dicen que baje, que no vale la pena continuar haciendo equilibrios pudiendo seguir su camino en tierra firme. Y cree ver que la tienden una mano, mas no mira. Y como no se fía, sigue. Sigue hasta que el cable produce una descarga que es la que le sugiere bajar. Pero se niega. 

No quiere seguridad, quiere emoción.

Lara