martes

A veces sentimos mucho y decimos poco.

Tocada, pero no hundida

 Siempre me gustaste más cuando venías a declararme la guerra. Cuando viniste en son de paz, la aquí presente ya había dado por finalizada esa batalla, enseñándote el despliegue de soldados listos para combate de la siguiente. Y es que siempre preferiste las trincheras, que cavabas para protegerte, mientras que yo, era más de andar por campos de minas. Afrontamos el miedo de distinta forma; tú decidiste esconderte bajo tierra, y yo... Pues decidí andar, a trompicones, con la cautela mínima y el máximo descaro. Así fue. Una valiente moribunda y un cobarde más que vivo

Lara-

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