lunes

No me preocupa el qué dirán, igual bien o mal, siempre van a hablar.

La confianza no se pide, se gana.
¿Pero tú qué te piensas? Y quien dice  tú, dice él, ella, ellos, ellas. Sí, vosotros. ¿Qué miráis? ¿Creéis que no me doy cuenta?
                -          Gente que te mira mal y no sabes por qué
                -          Sí, sí sabes por qué, otra cosa es que no tengan motivos.
Y te haces la idiota, una, dos, tres veces. Pero no, casualmente te das cuenta de todo. Y cuando te haces la idiota, más se regocijan en lo (según ellos) idiota que eres. El término idiota puede ser sustituido por “feo” “estúpido” “perra” y un sinfín de sinónimos descalificativos. De lo que no se dan cuenta es que en inteligencia práctica les das diez vueltas a cada uno, y multiplicado esto por las veces que ignoras sus escáneres el cociente intelectual se eleva algo más. Ay, estimados tristes, que cuando vosotros vais yo ya he vuelto dos veces, y es la parte que se os escapa. Me refiero a ese “qué dirán en cuanto me dé la vuelta” de la época prehistórica. Parece que la gente no evoluciona, sigue teniendo quince años… ¿o soy yo? Mientras tanto, mientras están a expensas de que llegue su evolución (quizá dentro de demasiado tiempo), sonreíd y saludad, chicos. Sonreíd y saludad… Viva la hipocresía. Sí, la tuya. Sí, la mía. No, que no viva, pero aunque me aburra, hay cosas que hay que tener en cuenta, como que hay que tener amigos hasta en el infierno. Sin olvidarse, por supuesto, de qué calaña gastan.
           -          Yo me doy cuenta de todo. Que me haga la idiota… Eso ya es otra cosa.
Pero a ver dónde te metes con tus queridos prejuicios. Más bien, dónde piensas llegar. Yo te lo vaticino: no muy lejos
Lara

1 comentario:

  1. ciertamente, nunca les daras gusto a las personas con las cosas que hagas, pero con que uno mismo se sienta a gusto, eso es lo importante.

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