jueves

un pedacito de recuerdos

  • Era un día cualquiera de otoño. Tras un paseo por la playa subió a la buhardilla. Le gustaba subir a la buhardilla de vez en cuando. Solía revolver cajas y encontrar antiguas muñecas, ropa pasada de moda, libros viejos, disfraces… y fotos. Las fotos que se guardaban en aquellas cajas de zapatos, fotos en blanco y negro. Se sentaba y las veía una y otra vez. Se imaginaba dando marcha atrás, pudiendo ir a aquella época, vistiendo esa ropa, trabajando quién sabe en qué, viviendo en un mundo de prejuicios. Y daba gracias por no haber vivido en él. También fotos de esas que se guardan para cuando se tiene el valor de verlas… Sí, de las que se guardan bien para asegurarse de que no se encontrarán en bastante tiempo, para que ya no duela. Era una chica muy solitaria.  Escuchaba casettes y utilizaba el antiguo lector de discos de vinilo. A veces lloraba con la música. Ni tan siquiera ella sabía muy bien por qué, su vida parecía perfecta. La encantaba mirar por la ventana los días de viento, y contemplar las tormentas, ver cómo los rayos se desdibujaban en el cielo. Se acordaba de abrazos, se estremecía y de seguido entristecía. En la mayoría de ocasiones daba las oportunidades por perdidas, por miedo. Admiraba a sus antepasados, observaba sus aparatos de trabajo, y adoraba escuchar batallitas de ellos, también de la gente que les conocía. Tenía unas amigas que eran unas genias. Éstas y aquellos le hacían reír, aparentaba felicidad. En realidad sentía cierto vacío. Poco a poco fue perdiéndose en sí misma. Llegó al fondo de la desesperación, y allí fue donde encontró la esperanza. Y y ya nadie volvió a saber de la chica que era. Decidió empezar de cero, recordando el pasado con cariño y no con anhelo de que regresase. Él la sacó de su agujero. Acababa de agarrar su mano, y ya no quería que la soltase nunca

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