sábado

El hombre llega mucho más lejos para evitar lo que teme que para alcanzar lo que desea.


I've still got a lot of fight left in < me >

Dicen que las noches de verano son las mejores. Es cierto, en parte. Puedes disfrutar de un vestido de gasa y de unas cañas a la intemperie sin miedo a quedarte sin voz. O de ponerte de algodón de azúcar hasta las orejas, o de caipiroskas en una terraza. Sin embargo, no estoy de acuerdo sobre esa total predilección. Hay noches, como la de hoy, que tienen algo especial, algo fantasmagórico. Y es Otoño, esa gran olvidada, quien nos las regala. 

Desde un mirador contemplas la ciudad y te apetece tocar cada punta de los edificios, cada farola que ves a lo lejos, creando la silueta de la bahía. El mar sereno, con ese característico color azul petróleo. Y la sensación que ese ambiente que os estoy describiendo transmite, solo la puedes apreciar en una noche de Otoño, con un fular manta alrededor del cuello, lágrimas de frío en los ojos y un abrigo largo. Y con una conciencia tranquila. Paseando con las manos en los bolsillos mirando la luna de refilón. Una luna menguante de octubre tapada levemente por neblina. Aprovechando el equilibrio de la atmósfera para imaginarte todas las historias que pueda haber detrás del escenario. La de la señora de ese edificio que hace la cena. La de ese chico que pasea a su perro. La de los pescadores que están en la barca esperando.

Pero, creo que se te está escapando algo. ¿Acaso estás mirándote a ti? Ahora que ya tienes tu guión estudiado y todos tus elementos escénicos colocados, ¿a qué esperas para abrir el telón

Lar-

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