"Mi mujer siempre decía que cuando algo era irrepetible, había que respirarlo...
Ella inspiraba recuerdos... Sobre todo olores de verano... Decía que los guardaba para cuando llegara el invierno.
No le gustaba el frío. Siempre me dijo que una parte de su cerebro albergaba olores de verano para combatir el invierno. Por eso, cuando nos pasaba algo bueno, me tocaba la nuca y me decía: «Inspira, inspira...»"
Brújulas que buscan sonrisas perdidas
Albert Espinosa
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