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< Blues > Siempre tenías otra cosa en la cabeza... |
Es probable que las cosas que más duelan sean las dichas a medias. La razón reside en el poder de la imaginación, que empieza a echar a volar.
Queremos la verdad y la recibimos a medias. La sinceridad en pequeñas dosis. Y eso no es bueno, porque desde el otro lado no se llega a comprender las razones. Faltan datos para resolver el rompecabezas. Somos egoístas, sí, por no mostrar esa realidad; no ponemos sobre la mesa las razones al completo, la otra parte no se ve capaz de avanzar, le dejamos en tierra de nadie, ni ahí, ni allí.
Pero es que, de repente, lo tenemos claro. Hay algo que no encaja, atrás, cierra esa puerta, lejos, adiós. No quiero ese problema, coge la caja, sácala de aquí, ha dejado de existir en mi vida.
Y pedimos que los demás actúen distinto, queremos el saco de enfado, el saco de ira, de realidad, para poder echar a nuestros fantasmas pronto y seguir caminando.
¿Merece la pena? La respuesta es no, desgaste de energía innecesario. Somos suficientemente adultos, otros no deberían cargar con una falta de madurez emocional, para eximirnos de responsabilidad sobre el cúmulo de actuaciones que desembocan en la gota que colma el vaso.
La energía que pudiera aparecer como enfado o ira, ha podido ir consumiéndose, como una vela que llega a su final, no compensando ni estar, ni explicar.
Atiende.
Todos. Somos. Supervivientes.
Cuidado con la energía latente.
Un día puede ser un volcán en erupción.